
"Ruanda, célebre país de las mil colinas, es, ante todo, el país de una gigantesca aldea.
Tras el genocidio, muchos extranjeros se preguntaron cómo los asesinos, que fueron muchísimos, reconocían a sus víctimas entre el desbarajuste de la matanza, ya que los ruandeses de ambas etnias hablan la misma lengua sin variantes, viven en los mismos lugares y se diferencian por unos rasgos físicos que, aunque puedan llamar a veces la atención, son muy aleatorios.
La respuesta es sencilla: no era necesario que los asesinos reconocieran a las víctimas, puesto que ya las conocían. En una aldea se sabe todo".
Jean Hatzfeld. Una temporada de machetes. Anagrama.
1 comentario:
Fabuloso ese libro. Saludos
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