viernes, 28 de noviembre de 2008

"El esmero es la única convicción moral del escritor"




Por fin habrá buena literatura en los escaparates de las librerías.
Extracto de una entrevista en Público.
P. Los héroes de sus personajes no suelen ser más que mitos que han perdido su idealismo y en muchas ocasiones se han convertido en delincuentes. ¿No cree que es posible llevar la coherencia ideológica hasta las últimas consecuencias?
R. Sí lo creo posible, claro está, pero me interesa más la pérdida de ideales, y los conflictos que eso pueda generar en la personalidad y en la convivencia, que no la coherencia de algunos personajes vivida hasta las últimas consecuencias. Muchos, tanto de un bando como de otro, desertaron de sus convicciones. Pero yo no juzgo a mis personajes, sólo constato unos hechos.
P. ¿Cree que los escritores o los intelectuales tienen mayor responsabilidad en la sociedad en la que viven?
R. Me considero un novelista, no un intelectual. Hay muchas maneras de entretener al lector, incluso con una buena crónica o un análisis de la situación política del país. Pero no es mi caso. Yo soy un entusiasta de la literatura de ficción, lo cual no me exime, naturalmente, de mis responsabilidades para con la sociedad, la primera de las cuales tiene que ver con mi trabajo. El esmero es la única convicción moral del escritor.
P. ¿Qué opina de la Ley de Memoria Histórica que aprobó el Congreso en 2007?
R. La derecha española es la que está interesada en el olvido, por razones obvias. El PP es todavía, le guste o no, depositario de las esencias franquistas, y no renuncia a ellas porque es consciente de una amplia base afiliada a esas esencias... Pero me está usted haciendo hablar de política, y yo pretendo hablar de literatura. Sólo una cosa: sin memoria, sea ésa histórica, colectiva o individual, el escritor no es nada.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

La luz azul del coche patrulla (para la del esguince)

I

Vamos a hacerlo. Vamos allá.
Los dos hombres estaban de pie junto a una mesa. Sobre ella, una nueve milímetros y un bocadillo de pan rancio y queso. El más alto, barba cerrada, pelo corto, pantalones vaqueros, separado, sin empleo, dos hijos criados, cogió la nueve milímetros y se la guardó en el bolsillo.
¿Está cargada?
Lo está.
Vamos a hacerlo. Vamos allá.
Salieron a la calle, cruzaron entre los coches y se subieron a la moto. El más bajo, pantalón vaquero, pelos desmadejados, vida en la calle, conducía.
¿Lo tienes claro?
Lo tengo claro.
Se hablaban de casco a casco entre el rumor del tráfico de vuelta a casa. Se estaba haciendo de noche.
Aparcaron ante el supermercado.
Él más altó se bajó de la moto, se persignó.
Deséame suerte.
Suerte.
Hasta ahora.
Chao.
Rezó en silencio una breve oración, aprendida de chico. Sacó la pistola, la amartilló y entró dando voces. El arma en lo alto.
Quietos.
Tú, saca lo que haya en la caja.

II

El hombre, pelo corto, gafas, rasgos duros, le entregó un billete de lotería. Compró otros para sus compañeros de la academia.
¿Qué cenamos esta noche?
No sé, queso, jamón.
Ella, el pelo recogido, arrugas en los ojos, vivaz, le apretó el brazo. Muchos años juntos, dos hijos criados, y él, fuera toda la semana. Viernes.
Por fin estás aquí.
Mujer, por fin estoy aquí.
¿Va todo bien en la academia?
Sobre ruedas, el próximo 24 juro el cargo.
Qué bien. ¿Y se acabó la calle?
Se acabó la calle.
Se hacía de noche. Apresuraron el paso bajo la luz anaranjada de la ciudad. Cruzaron entre los coches y se sumergieron entre las estanterías. Un poco de queso, un poco de jamón. Pan crujiente. Una cena tranquila.
Mañana vienen los chicos a comer.
¿Los dos?
Los dos.
¿Cuánto es?
Oyeron las voces.
Quietos.
Tú, saca lo que haya en la caja.
Él vio el arma, vio cómo el hombre de los vaqueros, barba cerrada, pelo corto, levantaba la nueve milímetros y la situaba entre los pelos recogidos de ella, despeinándola.

III

¡Alto, policía!, dijo, mientras desenfundaba.
El tipo de los vaqueros, barba cerrada, pelo corto, miró. Apartó la pistola de la cabeza de ella y la dirigió hacia el tipo de pelo corto, gafas, rasgos duros. Forcejearon.
¡PAM!
Él dísparó una vez. La cajera estaba petrificada.
¡PAM!.
Él disparó una vez. La cajera dio un pequeño grito.
¡PAM!
Él disparó otra vez. La cajera oyó un estruendo y miró lejos. Por poco, había pasado de largo.
¡PAM!
Él disparó otra vez. La cajera gritó.
El hombre de los vaqueros, barba cerrada, pelo corto, cayó al suelo, a lo largo. Teñido de rojo, daba espasmos, hasta que no dio más.
El hombre de pelo, corto, gafas, rasgos duros, salió a la calle, la pistola en la mano.
Notó el dolor en el estómago y se tiró al suelo. Trataba de parar la sangre, que salía a borbotones. Llamó a una ambulancia. Y, bajo una fina lluvia que había empezado a caer, rezó.
El más bajo, pantalón vaquero, pelos desmadejados, ya se había largado.

IV

Ya vienen a por mí. Oigo las sirenas. Maldito policía, maldito viernes. Es mala suerte. Desde siempre. Aquella vez que nos trincaron de casualidad cuando saltaba la tapia. Igual que ahora. Quién iba a pensar que había un policía en la cola. Es mala suerte.
Una música salía de una ventana del barrio. Los críos habían roto las faloras con sus piedras. Era una noche sin luna, como aquel día. La luz azul del coche patrulla iluminó los pelos desmadejados.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Bob Dylan y las 200 entrevistas



Esto es una actualización de aquello. Alberto me alertó de la existencia de un libro de entrevistas con Bob Dylan (Global rythm press, 2008). Ha concedido por ahora más de 200 en 42 años (unas cinco al año). El libro hace una selección de 31 de ellas. Dejo unas palabras (recogidas en el prólogo) de Robert Hilburn, que ha entrevistado a Dylan diez veces para el periódico Los Angeles Times.

"Dylan considera que han abusado de él en la prensa. Gente que le ha malinterpretado o que ha tratado de etiquetarle o categorizarle. De modo que es bastante receloso ante todo el proceso de la entrevista y los medios. Y claro, si acudes a él hecho un manojo de nervios, puedes quedar atenazado como entrevistador. Lo que de verdad te interesa es formularle una serie de preguntas específicas y centrarte en eso. Sin embargo, Dylan rehuirá esas preguntas con cierta frecuencia. Tienes que dar un paso atrás y decir: "Vale, ¿De qué quieres hablar?". Que encuentre un ámbito satisfactorio o un tema con que disfrute, y seguimos por ahí. Como entrevistador tienes que practicar ese tipo de transacción. Dylan es de una generosidad y una franqueza, así como de una inteligencia oculta, que con frecuencia no notas mientras vas hablando con él. Tienes que ponerte la cinta y volver a escuchar la cinta y volver a escuchar la entrevista para descubrirlo, porque tu nerviosismo te impidió añpreciarlo en su momento.

Me dijo una vez que, desde su punto de vista, lo más difícil era que la gente le formulara preguntas sobre cuestiones en las que jamás había pensado y que esa gente pretendía una respuesta inmediata. Y él no quiera dar respuestas superficiales. De modo que vacilaba o se sumía en el silencio. Y si veía que no había modo de salir de allí, pasaba a otra cosa. En numerosas ocasiones, los entrevistadores pretendieron anclarle a esa cuestión, y por eso es que a veces le da por juguetear, tratando de pasar de eso.

También me dijo en otra ocasión que no le gustaban las entrevistas porque, a menudo, no sabía lo que habría debido responder hasta que se había ido. Así que le dije que podía llamarme al periódico al día siguiente si se le ocurría algo. Y llamó (en sábado) con un par de cosas que había anotado, como chistes de Johnny Carson, y uno de ellos era: "El país anda tan confundido estos días que la gente no sabe si seguir al presidente o a los Green Bay Packers". Y nada, se le había ocurrido eso y llamó para incluirlo en mi artículo.

Si puede charlar de cosas con las que se siente cómodo, no hará falta que le insistas para que se ponga a hablar. Basta con que te relajes y dejes que coja un poco las riendas. El tema de Don't look back es algo que todavía arrastra, pero él no suele ser así. A veces te apetecería abrazarle cuando está a sus anchas y se pone a hablar con elocuencia. Esos momentos, y su calidez, son algo que guardo como un tesoro".

sábado, 22 de noviembre de 2008

Unas palabras de Mick Jagger y el humor de Keith Richards (la foto es de 1968)




Las palabras que siguen fueron pronunciadas por Mick Jagger en algún momento entre 1969 y 1972, según Robert Greenfield (Viajando con los Rolling Stones, Anagrama, 1977)

"¿Dónde está? En ninguna parte. Ahora no hay más que mucha gente atiborrándose de drogas. Hay que acabar antes que nada con eso. Con la heroína y demás. Si ese es su rollo, si lo que quieren es tomar heroína y barbitúricos y dos galones de algún vino químico, de acuerdo; pero nunca llegaran a hacer lo que yo creí que la gente iba a hacer. No critico que quieran escapar. A tdos nos gusta escapar de vez en cuando, pero uno no se puede pasar la vida así. No puedes borrarlo todo. Porque las cosas vuelven y al final sencillamente te matas a ti mismo intentando borrarlas.
La gente dice que toda esa droga que corre por ahí ha hecho que la gente deje de ser activa... y yo me pregunto ¿qué es lo que hay que hacer? Si es mejor... demonios, me gustaría ser sincero en esto. Yo creo que uno tiene que hacer lo posible porque su país sea un sitio mejor para vivir y para educar a los niños y para pensar, y que sentarse en casa y picarse con heroína y escuchar discos solamente no conduce a nada. Quizás esto esté anticuado, pero hay que coger al toro por lo cuernos y Norteamérica es un inmenso toro, un toro muy jodido... y de cuernos muy sucios".

Keith Richards en 1972, según el mismo libro de Greenfield.

"Terminada la segunda actuación, los Rolling se dirigen rápidamente al aeropuerto para el vuelo de vuelta a Burdank y un fin de semana de conciertos en Los Ángeles. Una alegre y sonriente dama de pantalones cortos, que parece una de esas camareras que quitan el hipo que te encuentras una vez en tu vida en un café de toda la noche, espera a que los Rolling suban a bordo.
–Oye –dice dulcemente a Alan Dunn–, ¿puedo pedirles un autógrafo? Es para mi hija. Le gustan tanto.
Y es tan amable, tan encantadora, hay tal dulzura luminosa en sus ojos que Alan la deja subir al avión.
Y se va directamente a Mick y le dice:
–¿Eres tú Mick Jagger? –y cuando él asiente, saca un montón de papeles del bolso y dice– estoy aquí para presentarte, Michael Philip Jagger, las siguientes... –y lee una lista de citaciones judiciales todas relacionadas con Altamont.
Y luego la dulce dama desciende balanceándose insegura por la escalerilla del avión.
–Él me pegó, me pegó –grita. La sigue Keith Richards, que se queda un segundo al principio de la escalerilla, perfilado por la luz de dentro y luego lanza al cielo un puñado de papeles. Los papeles revolotean y caen esparciéndose por la pista.
–Ese hijo de puta me pegó– grita la dulce dama, inútilmente".

miércoles, 5 de noviembre de 2008

A ver qué hace ahora



Espero que le guste John. Ahí va.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Extraordinario (II)

- George Bush y el 11-S. "Por muy horribles y asesinos que fuesen los atentados terroristas del 11-S, no justificaban lo que vino después: Afganistán, Irak... Han creado un infierno sin salida. Me pareció muy bien que Bush fuese a la zona cero a dar las gracias y a animar a los bomberos y voluntarios... Y se puede entender que les prometa que hará justicia. Pero ¿meter a todo su país y a un montón de países aliados en unas guerras de venganza y destrucción? ¡No puedo entenderlo! ¿Quién le asesoraría para tomar tales decisiones? Dicen que 'los halcones', como si con eso ya estuviese dicho todo...".
- El Papa. "De pronto vemos que viene un coche, no el del séquito, sólo un coche: ¡el Rey al volante y en el asiento del copiloto el Papa! Nos quedamos muertos. Yo, aunque no lo dije, pensé: 'Son tal para cual'. Y aún hoy no sabría decir a cuál de los dos se le ocurrió la idea. Más adelante el Rey me comentó: 'Es que este Papa es muy patallana, como yo".
- Feminismo e igualdad. "Fisiológicamente y psíquicamente, somos diferentes. (...) Sí, igualdad de derecho y derecho a la diferencia. Las leyes civiles no pueden ignorar las leyes naturales. (...) No soy feminista ni machista. No me gustan las cuotas en los cargos de dirección o de Gobierno".
- Terrorismo de ETA. "No estaría bien que a los Reyes nos aterrorizaran los terroristas. Se habrían salido con la suya, viéndonos acobardados. Es una vida con riesgo. Viajes, climas, atentados... Y con todo eso contamos. (...) ¿Un tiro?¿Un accidente aéreo? ¿Una bomba? Si tiene que ocurrir, ocurrirá".
- Caza y maltrato animal. También opina sobre la caza, gran afición del Rey. "Si yo me pierdo en un bosque, y pasan los días y no tengo qué comer, cazo. Pero cazo para sobrevivir. Y si me ataca una fiera, disparo para matarla antes que ella me mate a mí. Pero ¿cazar como diversión?, ¿hacer sufrir a un toro en la plaza para que el público disfrute y unos cuantos hagan negocio? Que hagan lo que quieran, pero yo no lo comparto".
- Religión. "No creo que aquí [en La Zarzuela] vayan a quitarlos [los crucifijos] (...) Aquí no hay iglesia, hay una ermita, ahí fuera, entre los árboles. Funciona, como siempre. Tenemos misa de los domingos. Y vamos los que estamos. Si mi hijo está, él ayuda de monaguillo".
-
Doña Letizia. "No tiene segundas intenciones, ni tapujos. Piensa lo que dice, dice lo que piensa, y hace lo que dice. Es sincera y directa. Va con la verdad por delante. No tiene... recámara. Con ella sabes siempre dónde estás. Tiene carácter. Y personalidad, ya lo creo. (...) Cada una conoce el punto de vista de la otra y si hace falta damos nuestro brazo a torcer".
- Los masones. "Franco se empeñó en decir que don Juan era masón. Otros lo decían de mi padre. Y es muy difícil demostrar lo que no ha ocurrido, lo que no existe, lo que no es... En mi familia sí hubo un masón. (...) Pero ni mi padre, ni mi hermano, ni mi marido, ni mi hijo. ¡Nada! En esta familia no hay masones".
- Primera visita a Grecia. "El Palacio Real de Atenas era mi casa. Donde siempre vi al rey ahora veo al presidente de la República. (...) Me repugnaba estar allí. (...) Tanto, que tuve un golpe de náusea física. Me dije, Sofía tienes que dominar esto. Estás educada para afrontar momentos así".

Arnie sobre Obama

"Pondremos a Obama a hacer ejercicios para que aumente esos bíceps y estos brazos tan delgaduchos... Ojalá pudiéramos hacer lo mismo y poner más músculo en sus ideas". El ex actor también se refirió a la figura espigada de Obama y habló de llevarlo a un evento de fisioculturismo que patrocina todos los años en la ciudad de Columbus (Ohio).